lunes, 4 de diciembre de 2006

Piterman, el dictador del fútbol español

Artículo original por Sidekick en La Moviola, rafanomejodas.info

Piterman y el jugador alavesista Carreras tuvieron esta semana una discusión en la cual el jugador "se sintió vejado" por el presidente. Piterman textualmente le dijo: “Me cago en puta madre, me cago en tu padre y en tus muertos y que mis hijos se follen a tus hijos”. Carreras explicaba en El Larguero los graves insultos que recibió por parte de Piterman. Escuchar aquí la entrevista.

La plantilla del Alavés al completo, compuesta por 27 futbolistas, compareció después públicamente en un hotel vitoriano para arropar a su compañero Lluis Carreras tras los "insultos, vejaciones y amenazas" proferidos contra él por Piterman en el entrenamiento del pasado miércoles.

Por su parte, Piterman convocó otra rueda de prensa junto a Chuchi Cos, el entrenador, y restó importancia a la protesta de sus jugadores: "Trabajamos con personas que no tienen mucha preparación" y atribuyó la protesta "cuatro capitanes y cuatro extranjeros" que no se enteran.
Piterman en rueda de prensa

Ya sabrán ustedes que en esto del fútbol hay dos verdades, “la mía y la equivocada”, así que permítanme que les cuente unas cuantas cosas, todas ellas tan ciertas como verídicas, todas ellas verdades, en definitiva.

Hace 25 ó 30 años, los clubes pertenecían a sus aficionados, y eran éstos los que en mayor o menor medida, y desde fuera de los terrenos de juego, representaban y defendían el ideario deportivo y social de sus colores. Los socios tenían la posibilidad de elegir a su presidente, un presidente que paradójicamente y en no pocos casos acabó privándolos del democrático derecho de elegir para convertir el club en una Sociedad Anónima Deportiva, con inversores, accionistas y compromisarios que vendrían a salvar la catastrófica situación económica que muy probablemente ellos mismos habían provocado gracias a una mala gestión y a un despilfarro sin control.

En la actualidad, el capitalismo se ha introducido hasta tales extremos en el mundo del fúrbol que los clubes pueden acabar gobernados por ex-atletas con pretensiones mafiosas llegados de Ucrania, por ejemplo. Jodida globalización, pensarán algunos.

Piterman cumple con el perfil de perfecto ricachón hortera, recién salido de Corrupción en Miami, que como ya no sabe en qué gastarse la pasta disfruta comprando clubes de fúrbol para darse así un gustillo p’al cuerpo. El Alavés ha tenido la desgracia de ser el último juguete con el que se ha encaprichado Don Dimitri, y como Don Dimitri es dueño del juguete hace con él lo que se le pasa por la entrepierna. A veces es presidente, a veces utillero, a veces entrenador, a veces insulta a sus aficionados llamándoles subnormales... Y casi siempre tiene el mismo acierto: ninguno.

A decir verdad (ya les he dicho que contaría verdades) uno puede ser dueño de un club de fúrbol porque se da la curiosa circunstancia de que el club es S.A.D., pero estoy convencido de que los estatutos de ningún club de fúrbol ponen como condición el ser un gilipollas. Es una lástima que Don Dimitri no haya comprendido esto. O peor aún: que no lo pueda evitar.

Fútbol empresarial
Dimitri Piterman, clase a raudalesCuando una empresa decide hacerse con el control de otra empresa, la adquiriente tiene sumo cuidado en dejar claro que se respetarán los puestos de trabajo de la adquirida, evitando así una alarma generalizada entre los trabajadores que podría echar por tierra sus absorbentes intenciones. Luego hacen lo que les viene en gana, pero quedémonos con la intención primera.

El club de fúrbol ofrece una ventaja con respecto a la empresa típica, y es que los trabajadores son pocos, y los importantes, los furbolistas, cobran demasiado como para quejarse. Por el contrario ofrece una desventaja: los aficionados no tienen voto, pero sí voz, y son capaces de poner toda una ciudad en pie de guerra si ven que las cosas no se están haciendo como deberían hacerse.

Pretender dirigir un club de fúrbol prescindiendo de la masa social, es como comprar una empresa anunciando despidos a mansalva: no se puede hacer. Por mucho que Piterman haya puesto el dinero y que más de la mitad de la entidad sea suya, ha de darse cuenta de que a efectos prácticos el club es de los aficionados, y que ellos ya estaban ahí mientras él hacía estiramientos en la pista o pasaba la tarde en Gucci eligiendo una mariconera último modelo.

No hacer caso de lo que te dice el borracho subnormal (sic.) que está detrás del banquillo es pernicioso para el devenir del club. Porque lo que está claro es que los borrachos nunca cuentan mentiras. Les garantizo, eso sí, que yo no he bebido más que agua mientras escribía esto. Pónganlo pues en duda.

Piterman ¿el dictador del fútbol español?
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