martes, 6 de febrero de 2007

El Gran Hermano

Artículo original por Sidekick para La Moviola [www.rafanomejodas.info]
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Ayer el Bernabéu recuperó parte de la vergüenza torera que siempre ha caracterizado al público madridista. La derrota por 0-1 ante el Levante fue la gota que colmó el vaso para una afición que llevaba ya demasiado tiempo anestesiada, indolente ante lo que jornada tras jornadas se repetía ante sus ojos. La hinchada estalló, y dejó síntomas evidentes de que no está dispuesta a seguir tolerando los desmanes del triunvirato compuesto por Calderón, Capello y Mijatovic.

Capello en la cuerda floja A estas alturas de la película, ha quedado patente que la lastimosa imagen del equipo duele más que cualquier ignominiosa derrota ante rivales de escasa entidad, a los que el rigor táctico les basta para imponerse con relativa facilidad. Sin embargo, y aunque los cimientos de la casa tiemblan, los habitantes de la misma se mantienen firmes y no parecen dispuestos a dar su brazo a torcer, y menos ahora, justo cuando su habitación en el inmueble viene refrendada por una resolución judicial. La renuncia al proyecto supondría admitir que éste ha fracasado, y no parece que exista disposición alguna para hacer semejantes concesiones ante la «oligarquía financiera». Pero quizás en el fútbol más que en ningún otro orden de la vida, la estabilidad depende de los resultados que se obtienen, y por tanto serán éstos los que determinen en un futuro no muy lejano de qué color pinta el porvenir madridista.

Capello ha decidido cerrar la puerta a su salida del club. Aunque ayer viéramos al público del Bernabéu mandando mensajes de auxilio urgente vía SMS con los que se votaba que «Fabio debe abandonar la casa», el Súper ha optado por mantener al italiano una jornada más al frente de su cargo, muy probablemente para no terminar de hundir las audiencias televisivas. No descarten que esta semana tengamos edredoning; que Robinho, Reyes, Higuaín y Diarra salgan del armario para gritar a los cuatro vientos «sí, somos mediocres»; que a Ramón le pillen las cámaras poniendo a parir a sus compañeros; o que Roberto vuelva a ir al plató a defender todo este desaguisado. Nos comemos el share.

Este reality show en el que se ha convertido el Real Madrid tiene cuerda para rato. Durante el fin de semana aburre cosa mala, pero entre semana permite que todo el país tenga un tema común de discusión.


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